Tuesday, August 12, 2008

Amanecer, fin de un inicio

Yo era un sujeto algo asi como filantropo, con mucho "feeling" de ayudar al projimo, haciendo caridad en barrios pobres, marginados, cada vez mas hundidos por los flagelos tipicos de estos lugares. En un momento me toco la oportunidad de realizar una gira por El Chorrillo, recuerdo era cerca de la Avenida de los Mártires, cerca de la entrada al Cerro Ancón. Ahi estaba yo, realizando mi obra de caridad, llevando regalos a muchos niños, entre balones de futbol, juegos de mesa y demas pequeñeces que por mas minimas y baratas que fuesen iluminaban la cara de entusiasmo y alegria de los pequeños. Se formó una arrebatiña, una desesperacion, un desenfreno inocente, un entusiasmo a flor de piel, era hermoso ver el cuadro con sonrisas, carcajadas y felicidad. Que buena la sensacion de dar sin esperar nada a cambio. Pero esta ocasión si recibi algo a cambio...Alegría.

En un momento llegaron unos niños agradecidos y me invitaron a jugar con ellos. Yo feliz acepte aquella pequeña birria de futbol, clasica de cualquier barriada llena de chiquillos. Algo extraño fue que decidieron ir a jugar en la azotea de unos de los edificios cercanos. Les pregunte porque alla arriba? Muy sano y juiciosa fue la respuesta "sucede que alla arriba no hay autos que nos moleste!". Llegamos al pequeño cuadro marcado con tiza, para ellos era su propio Maracaná, con una vista hermosa hacia el verdor del Cerro Ancón y hacia el lado opuesto un mar de zinc oxidado a toda la distancia y de ultimo el azul-verdoso de la bahia.

Entre jugadas descabelladas sin arbitro y sin reglas vino un golazo hacia el marco, rayado en tiza y con dos piedras medianas a cada lado. El balón reboto y se salio de la azotea, entre gritos euforicos de "goooool" logre ver hacia donde se dirigia el balon, reboto en unos techos de zinc del mismo edificio que era abierto en el centro, dando mi mirada hacia el patio comunal. El balon luego de hacer su viaje interno hacia el abismo entró en la ventana de un apartamento. Le dije a los niños que yo me encargaba de ir a buscarlo.

Bajando las escaleras pude ver detenidamente el edificio: feo, viejo, el mantenimiento dejado como desde tiempos del final de la dictadura de Noriega. Llege al tercer piso, busque el apartamento en donde tirando calculo supuse que era donde habia llegado el balon; estaba abierta la puerta, toque y nadie me respondio. Entré precavidamente pidiendo permiso amablemente y a medida que me abria paso iba conversando al aire sobre el porque de mi intromisión, sobre el balon que habia caido recien por la ventana y que yo venia a recoger. De pronto salio este personaje, flaco, mal aliento, visualmente una filtrafa humana, la viva imagen de un hombre en decadencia. Me hablo en un tono despectivo. "Tú que haces aqui, largate con tus juguetes de mierda! crees que con la plata que tienes vienes a regalar felicidad a los pelaos? vienes vestido con chancletas, sueter barato y pantalones, tu crees que eso es un disfraz? asi nos vestimos nosotros en el ghetto y eso no es ningun disfraz, nos irrespetas con tu presencia queriendo ser como nosotros. Tu que comes, viajas y vives bien vienes con tu hipocresia humanista, largate!"

Yo sin asco y sin miedo le contrareste sus palabras: "Y tu que ofreces a esta sociedad, o mas facil aun, a los que te rodean aqui a diario, los niños?, Yo lo que tengo lo ofrezco sin esperar nada a cambio". En eso mientras yo hablaba el se sentia incomodo con mis palabras hirientes. Observé en uno de los cuartos a un tipo bien vestido, su proyeccion visual me dio a entender enseguida que no pertenecia al lugar, al ambiente, al barrio. Era un tipo que buscaba su vicio blanco en ese cuarto lleno de miseria.

"Ah ya veo lo que ofreces, pero sabes que?...tranquilo es tu vida, solo me llevo el balon para seguir compartiendo con los pelaos".

Al salir de ahi ya habia oscurecido. La calle del barrio se prendio de la clasica agitacion de fin de semana...olor a fritura de puestos improvisados, la fania en el ambiente, niños corriendo, gente libando en las aceras, lo usual. Caminé observando, oliendo, percibiendo el vivir de estas personas, su entorno y su calor propio. Luego de tomarme una pinta, senti la necesidad de ir al baño. Fuí a una cantina cercana y entré al baño. Saliendo de ahi vi en la barra a 2 policias con sus radios "walkie talkie", eran color amarillo, muy llamativos por cierto. Me parecio extraño que ellos tuvieran aparatos similares a los de juguete. Percibí que de ellos saliera un sonido de algarabia y gritos como de niños. No le preste atencion y sali de aquel lugar.

Pense que ya habia terminado mi dia, decidi ir a caminar hasta mi carro que lo deje estacionado en una estacion de gas cercana. Caminando para salir a la via principal vi a un grupo de niños, un par de ellos los reconoci de aquel juego de futbol que tuve en la tarde. Estaban como descontrolados, entre cuchicheos hablaban a traves de un walkie talkie similar al de aquellos policias en la cantina. Me les acerque, se asustaron y me tiraron al pecho el aparato, lo recogi del piso y en ese instante largaron a correr. Al instante iba pasando un grupo de tipos al otro lado de la calle, con la indumentaria clasica de moda de barrio y de accesorio venia una actitud, una arrogancia y una cizaña en sus miradas. Uno de ellos era el tipo que yo habia cruzado palabras en aquel apartamento del balon perdido.

Senti en el momento un sentimiento de peligro al verlos fijar sus miradas en mi. Apresure el paso, los tipos enseguida se abalanzaron para cruzar la calle. Y comence a correr. Pensarian que soy un informante cuando los sucios policias utilizaban a los inocentes niños para que les dieran informacion sobre las fichas que buscan en el barrio y su ubicacion. Entré apresuradamente a uno de los edificios adjuntos a la vereda. Comence a subir las escaleras, de piso en piso recorri apartamentos para ver donde podia yo esconderme. Puertas cerradas, puertas cerradas, habitaciones vacias, mal olor, mas puertas cerradas, subi al otro piso corriendo, recorriendo la baranda del piso seguia buscando refugio, llantos de bebe, gritos, musica, un caos sensorial. En el siguiente piso encuentro a 3 señoras de unos 60 años cenando, me parecen buenas personas, estan reunidas en su mesa cenando tranquilamente, les llamo apresurandamente, rogandoles les pido que me dejen entrar pues me estan persiguiendo. Las doñas accedieron inmediatamente, reconocieron que no era del lugar, me pasaron al area de lavanderia, era un area sucia, humeda, oscura. El area daba con el corredor exterior, el area común por donde se camina entre los pisos para acceder a los apartamentos, solo lo dividia unos bloques ornamentales huecos, la mayoria rotos, los cuales dejaban ver hacia adentro facilmente.

Me hallaba escondido entre trapos y sentía como se acercaban pasos escudriñando cada rincon del piso, luego pararon cerca y escuché unos susurros, eran las señoras comentandoles sobre mi paradero. A punta de patadas terminaron de romper los pocos ornamentos qe qedaban. Me sacaron de ahi a punta de golpes y patadas, yo le gritaba que cual era el problema conmigo, yo no habia hecho nada. Ellos callados me llevaron 3 pisos mas arriba hasta la azotea. Alli los vi a todos, eran 4 hombres y 2 mujeres. Ahi estabamos al aire libre, en el negro de la noche. Estuve forcejeando con los dos que me tenian agarrado fuertemente de brazos, dejé la resistencia finalmente y ellos me soltaron de los brazos. Entre ellos murmuraban, yo en cambio les preguntaba porque me hacian esto, quien los mando, yo no había hecho daño a nadie. Uno de ellos dijo a gritos "eres un infiltrado de la policia!" yo les dije que no, yo solo estaba aqui haciendo caridad al barrio, trayendoles obsequios a los niños. "Y porqe estabas con ese aparato en la mano?"...les explique pero parecio no importarles lo que yo les decia. Se veían despiadados, eran poseedores de una rabia extraña y cruel, eran como demonios encarnados en seres humanos. Transpiraban muerte, y yo, sentia mucho temor de que algo peor sucediera. "Quemalo!", gritó uno, luego otro y todos al unisono le decian al tipo al lado mio "QUEMALO!". No le logré ver el rostro, era oscuro y frio, era desconcertante su presencia, no hablaba no decia nada.

Solo logre ver que movio su brazo izquierdo para sacar un arma automatica, era un 9 milémetros, vi claramente la sombra del arma. En instantes sin parpadear apenas llego a subir el arma a nivel de mi cabeza, tiró del gatillo sin mas, sentí la detonacion como si fuera una bomba atomica, el estruendo de un raryo atravesando mi cabeza. Todo me pareció correr en camara lenta, sentí como entro detras de mi oido izquierdo el frio metal de la bala y luego nada. Todo negro. Se desplomaba mi cuerpo, pero logre sentir a dos personas al lado mio agarrando mi cuerpo antes de caer al piso para no golpearme. Igual, ya estaba muerto. Para que tomarse la delicadeza efímera de agarrarme y no dejarme caer de golpe al suelo. Boca abajo abri los ojos y vi como la sangre bajaba de mi cabeza hasta el piso, luego senti una sensacion de ligereza, senti como me desprendia de mi cuerpo. Comprendi definitivamente que habia dejado el mundo fisico. Vi como yacia tirado, era el pequeño gran cuadro de futbol de los niños en el cual tuve mis ultimos momentos de felicidad. Los asesinos estaban huyendo del lugar bajando las escaleras y justo apenas desaparecio el ultimo aparecieron dos personas los cuales no veia su rostro y su masa corpórea era de forma translucida, se acercaron a mi cuerpo, uno al cada lado y de repente levantaron sus cabezas y sus miradas hacia mi. Cómo sabian que yo estaba viendolos a ellos? Cómo sabian que mi alman flotaba encima del lugar?. Pusieron en mi una mirada fija, con una certeza increible de que yo estaba ahi...y reflejaban nostalgia, tranquilidad, serenidad y resignación. Sin quitarme la mirada uno de ellos me dice "Es hora de partir". Al yo levantar la mirada hacia el horizonte observe el amanecer mas hermoso de mi vida entera y vi una luz hermosa aparecer. No sabia si era el sol poniendose al nuevo día que no viviria para sentir su calor en este mundo una vez mas, o el camino hacia mi juicio final.


Desperte finalmente de este sueño (o pesadilla), agradecido por la vida y por lo poco o mucho que tengo para ofrecer.

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